¿Cómo ha de llegar tu perro a casa? Todos los trámites

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¿Cómo ha de llegar tu perro a casa? Todos los trámites

“No había podido pegar ojo durante toda la noche”.

Había oído que a la mañana siguiente iban a prepararle para su traslado definitivo. Para conocer a su nueva familia.

Lo estaban hablando muy cerca de él, quienes hasta entonces habían sido sus cuidadores, y estaba seguro de que les iba a echar mucho de menos, a ellos y a todos los perros y gatos del criadero.

Lo intentó. Pero este Caniche, al que bautizaron con el nombre de New, dio vueltas y más vueltas en su cama de perro, intentando fijar en su memoria la cara de sus nuevos amos.

También intentaba imaginar cómo sería su nueva casa. ¿Dispondría de jardín? ¿Le reservarían un espacio para su intimidad? ¿Tendrían hijos pequeños? Y, lo más importante, ¿le iban a tratar con cariño?

Empiezan los preparativos

Afortunadamente, no tuvo que esperar mucho tiempo a la mañana siguiente. Sus dos cuidadores, ambos con una gran sonrisa, lo trasladaron a la consulta del veterinario.

A pesar de sus esfuerzos, New no podía evitar sentir un ligero cosquilleo en la barriga. Eran todavía nervios.

Cuando entró vio a un hombre vestido de blanco. Le sorprendió: no sabía muy bien qué esperar de aquella persona. Pero resultó ser un veterinario muy amable.

Lo revisó de arriba abajo, no dejó ni un centímetro de su menudo cuerpo por explorar y comentó a los cuidadores: “Bien. New está como su nombre: como nuevo”.

A continuación tuvo que tomarse algunas pastillas para desparasitarlo. Después degustó unas golosinas riquísimas y le implantaron un chip.

  • Pasaporte canino
  • Cartilla con todas las vacunas
  • Certificado de pedigrí

“¡Vaya, ahora soy un perro con pedigrí!”, pensó mientras movía la cola de alegría.

¿Y ahora qué?

New iba de sorpresa en sorpresa. ¿Qué le esperaba ahora? Sus cuidadores no hablaban entre sí y no tenía pistas.

De repente se vio dentro de un barreño con agua tibia: champú aromático, cepillado, secado, corte de uñas, limpieza de orejas y revisión dental. Jamás imaginó que fuera tan agradable ir a una peluquería canina.

Los preparativos para el viaje

Notaba que vivía sus últimos minutos en el centro de cría. Lo supo al llegar un transportín (así lo marcan las leyes para su seguridad y la de los ocupantes del vehículo).

Se introdujo dentro. Le pareció algo estrecho, pero muy cómodo. Además, habían puesto su manta favorita.

BRMMMMMMMM

Arrancó el motor de la furgoneta. Este ruido desconocido lo asustó, unido a baches y otros motores pasando a toda velocidad. Era imposible comprenderlo: nunca había estado en una autopista.

Por primera y única vez se preguntó si abandonar el centro de cría había sido buena idea.

Por fin conoce a su nueva familia

El viaje pareció largo, pero finalmente la furgoneta se detuvo. Los nervios eran intensos.

Al abrir la puerta del transportín, lo primero que vio fue un niño de ojos muy grandes y sonrisa contagiosa:

—“Hola New. ¡Bienvenido a casa! Te estaba esperando”.

El susto inicial pasó pronto. Lucas —así se llamaba el niño— se convertiría en su mejor amigo. Pero era momento de conocer a sus verdaderos dueños, Luis y Marisa, quienes recibieron la documentación del criador.

Todo era emocionante, pero extraño. Olores, rutinas y ruidos nuevos. Para alivio de New, todo estaba preparado: una cama muy parecida a la del criadero, un espacio exclusivo y varios juguetes ruidosos.

Aprendió rápido: dónde hacer sus necesidades, no pedir comida en la mesa, no morder muebles, no estirar la correa de paseo. Y lo mejor: sin gritos ni castigos.

Fue feliz durante muchos años, aunque siempre guardó en su corazón el recuerdo de los amigos que dejó en el centro de cría.

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